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RESEÑA:
Sinfonía del mar
Por Juan Mireles
En Sinfonía del mar está el amor, y otras cosas que van recordando a una mujer que aparece en muchos sitios, multiplicando sus formas que sirven para sacar las emociones poéticas más profundas del autor.
Elisa, en una de sus manifestaciones, se vuelve agua cayéndose del cielo que la escribe, y ésta inunda “todas las aristas de la calle/ Mientras, la gente huye como si la lluvia trajera consigo aves de mal agüero”. La advertencia volviéndose cada vez más clara, en la distancia.
La mujer como fenómeno destructivo que arrasa la tranquilidad del poeta, o que la recuerda siendo rayo o ave carroñera quien poco a poco va quitándole carne a su cuerpo, dejando un humor de enfermedad —la incertidumbre— en su alma, mermando las fuerzas del escritor:
Intento arrancar cada parte de tu nombre,
desnudarme, quitarme los recuerdos.
Entender la fluidez de luz en este río de noches no es fácil.
Desprenderse. Olvidarla. En el duelo malogrado, algo siempre termina por no desengancharse. Un lazo que no se corta porque la necesidad es mucha. Porque su voluntad no es lo suficientemente fuerte cuando el recuerdo y la noche llegan:
porque la noche es así
de sonidos melodiosos,
de inmensos mares de recuerdos
y llena de locos enamorados
que esperan las doce,
la hora de amar.
En este poemario el poeta nos muestra las consecuencias de la pasión, de enamorarse, pero sobre todo, del amor incluso cuando se sabe que éste daña, que no siempre se logra la posibilidad de ser dos, que la belleza del principio oculta las verdades de los amantes:
Bajas como luz de luna sobre mí
y tu silueta se confunde con la mía,
me abrazas, como la penumbra lo hace con la noche
y tus brazos enredan mi cuerpo y lo sofocan.
Eres serpiente tratando de dar cariño
y como no es parte de ti, haces daño.
El enamorado procura el crecimiento recto de su árbol, para que éste dé buenos frutos (Elisa y todo lo que la conforma), listos para ser comidos; sin embargo, pronto se da cuenta de que para alcanzar sus ramas necesita ser otro, porque existe cierta imposibilidad para arrancarla, morder sus labios rojísimos hasta que la miel no pare de escurrir por las comisuras de su boca.
Sinfonía del mar es un canto al duelo que se acompaña de 24 ilustraciones que complementan cada poema que se incluyen en el libro. En definitiva, José Rico escribió una obra muy humana, honesta, en la que no caben los matices del hacerse fuerte, por el contrario, existe un desahogo natural de quien ha decidido seguir adelante, regresar al camino donde él es su propio guía.